El secreto de Ilse by Jorge Zaragoza Gómez

autor:Jorge Zaragoza Gómez [Zaragoza Gómez, Jorge]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-01-01T00:00:00+00:00

* * *

Un chófer nos esperaba con el vehículo en marcha. Cruzamos los bosques por dónde Walter me señalaba las diferentes estructuras que estaban enclavadas entre la arboleda dirección norte: almacenes, laboratorios, una central eléctrica, naves de producción… una auténtica ciudad escondida entre la maleza. La planta de lanzamiento estaba situada en la punta más septentrional de la isla. Era un día claro y cálido, uno de los tantos de aquel verano idílico en la costa Báltica. Walter se bajó primero y me abrió la puerta de forma caballerosa. Había una explanada y por primera vez, con los árboles de telón de fondo que teñían de verde el lugar y bajo un cielo azul eléctrico, pude discernir una gran estructura metálica que sujetaba lo que parecía una bomba gigantesca, pintada de blanco y negro, con la punta dirigida hacia el cielo.

—Es un V2 —me dijo Walter orgulloso mientras señalaba con el dedo.

—¿V2?

—Vergeltungswaffe 2 —respondió de forma pausada—. La tecnología que llevará al hombre al espacio.

Nos aproximamos a una grada repleta de hombres uniformados y algunas mujeres con faldas amplias, ajustadas en la cintura, de seda o terciopelo, zapatos de tacón, guantes, sombreros y collares de perlas. Desentonaba vestida con el atuendo típico de las mujeres de la liga nacionalsocialista. El centro de atención de aquel numeroso grupo de personas seguía siendo el virtuoso violinista de ojos grises que no dejaba de conversar con los presentes. Al vernos llegar, se distanció de sus interlocutores y vino a saludarnos. Su sonrisa brillaba con la misma intensidad que las relucientes botas negras que le llegaban hasta las rodillas, enmarcando su uniforme de oficial de las SS.

Walter se cuadró de forma marcial en cuanto vio aparecer a su superior e hizo el saludo nazi. Wernher von Braun hizo lo mismo brazo en alto y declamó un Heil potente. El hombre se quedó mirándome y yo tardé unos segundos en reaccionar antes de dar un paso adelante, levantar el brazo y pronunciar un tímido Heil, incómoda.

—Buenos días fräulein Mayer, es un honor que esté presente para la prueba de lanzamiento.

Aquel hombre me inspiraba respeto, a pesar del impecable uniforme que vestía y sus elegantes maneras, tenía la impresión de que esos ojos grises podían leer mi mente.

—El placer es mío, herr Von Braun —respondí.

—Lo que usted va a presenciar hoy puede cambiar el futuro de nuestra nación. Gracias al trabajo espléndido y sacrificado de ingenieros como herr Müller —le dio una palmada en la espalda a mi acompañante—, la tecnología alemana podrá llevar al hombre al espacio.

Yo volví a mirar la bomba sobre la plataforma de lanzamiento y me pareció que lo que habían desarrollado era el cuerpo gigantesco de una serpiente, lista para inocular su veneno, nada que ver con la futura nave espacial que permitiría al hombre conquistar las estrellas. De pronto, el lugar donde me encontraba me pareció la antesala del infierno.

—Desde luego herr Von Braun, Alemania y el Führer pueden estar orgullosos del trabajo que están haciendo por el Reich.

El hombre me devolvió una sonrisa.

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